Pensar el Estado y la Democracia
Es necesarios pues para el crítico identificar los factores que no
coinciden con los valores tradicionales de la democracia, la división de
poderes y la alternancia al poder como andamio para edificar un orden constitutivo
más justo para todos.
Para lograr tal violación incruenta de las conciencias se ha completado
previamente la destrucción de los vínculos humanos que nos protegían de
agresiones externas, se ha anulado el sentido de pertenencia, se ha devastado
la institución familiar, ese tejido celular básico de la sociedad, donde florecía
las adhesiones fuertes y duraderas, se han exaltado la lucha entre sexo, los
conflictos generacionales las partidas ideológicas hasta dejar las conciencias
a la intemperie.
Y como la necesidad de entablar vínculos es constitutiva de la naturaleza
humana las personas desvinculadas necesitan encontrar un refugio que los proteja
y les espante las zozobras, la sensación de soledad profunda, así, huyendo de
la intemperie las personas desvinculadas entregan sus conciencias a los hipervínculos
establecidos desde el poder-
Comulgan con las ruedas de molino de las ideologías triunfantes se adhieren
fervorosamente a las consignas establecidas por la propaganda. Rinden en fin su
alma a la trituradora que los recibe con una sonrisa aparentemente
hospitalaria.
Esta nueva forma de tiranía es el factor más significativo de nuestra época,
y en la consolidación de esa tiranía desempeñan un papel primordial los papeles
políticos y los medios de comunicación confabulados en la conquista del poder y
encargados de convertir a esas personas desvinculadas en meros proveedores de
votos.
A cambio de esos votos una vez conquistado el poder los partidos políticos lejos
de aunar voluntades exaltan nuestras diferencias, convirtiéndolos en
chiquilines emberrinchados que reclaman que sus intereses egoístas sean
encumbrados a la categoría de derechos.
La multiplicación de la conflictividad es el alimento de su fortaleza, ocurre
esto paradójicamente en una época en el que no nos cansamos de invocar
melosamente palabras como “tolerancia, o consenso”. Lo cierto es que tales
invocaciones no son sino
superfugio retóricos que disimulan la incapacidad para
crear entre las personas adhesiones consistentes nacidas de un sentido de
pertenencia.
Parra Jesús.

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